Colombia, Bogota: ¿La reforma policial en marcha? Hacia un nuevo concepto de policia comunitaria?


Resumen
En numerosos países de América Latina y desde hace algunos años, el Estado, - mediante sus respectivas administraciones - viene intentando recuperar parte del terreno perdido estas ultimas décadas, en cuanto a su capacidad de garantizar la cohesión social del territorio del que es soberano.
Todo parece indicar, teniendo en cuenta la importancia que la problemática de la seguridad ha adquirido estos últimos tiempos, que el acierto o el fracaso de las distintas reformas de las fuerzas del orden, constituirán para cada país implicado, un factor decisivo a la hora de consolidar este proceso.
En ese sentido, diferentes experiencias de tipo “policía comunitaria o de proximidad” que se están realizando en distintas partes del continente, parecen confirmar la posibilidad y la necesidad de apostar a la construcción de una nueva relación del binomio policía/ciudadano.
En la ciudad de Bogotá, Colombia, este proceso ha sabido dar algunos pasos alentadores ; pero por cierto, muy insuficientes hasta el momento, para poder hablar de una transformación exitosa.

Ciudad Bolivar, el lado oscuro de Bogota
Amanece en la localidad de Ciudad Bolívar , nos encontramos en la zona sur de Bogota, llamada injustamente por algunos, el lado oscuro de la capital colombiana.
Seis de la mañana, hombres y mujeres descienden de los cerros, preparándose para un nuevo día que comienza; la lucha cotidiana de siempre, tan vital y simple como es el mantener a flote los seres que uno quiere. Y cuando de eso se trata, las opiniones coinciden: “como sea, ¡y con lo que haya!”
Este anónimo combate que llevan diariamente los habitantes de esta localidad,-así como de muchas otras-, es a menudo relegado o menospreciado, por gran parte de los ciudadanos “cachacos”, que prefieren detenerse en el índice de inseguridad que la localidad detenta, por cierto, uno de los más altos del país.

Frente a esta preocupación de interés general, y en pos de contrarrestar este fenómeno, la policía metropolitana de Bogota, ha puesto en marcha diferentes estrategias de corto, mediano y largo plazo, algunas de ellas muy innovadoras por su carácter social; favoreciendo y priorizando de esta manera, aquellos proyectos policiales que incluyan un alto componente de policía de proximidad y/o de acercamiento a la comunidad.
Este tipo de proceso, además de asociar sinérgicamente la comunidad y las fuerzas del orden en la revisión de las habituales estrategias policiales para combatir el crimen (patrullajes, rondas, sistemas de seguridad, etc.), implica en algunos casos, una reorientación del personal policial sobre tareas de tipo más preventivas; una especie de policía social en guerra contra la delincuencia; pero desde otro plano, es decir con una intervención directa pero no represiva, sobre lo que algunos llaman: la fractura social.

Para percibir mejor la verdadera dimensión de este desafío, es necesario recordar que en Colombia, -como en casi todo el resto del continente latinoamericano-, este acercamiento entre los representantes de las fuerzas del orden y el común de los ciudadanos dista mucho de ser simple.

“Un primer aspecto a considerar es la compleja relación existente entre la policía y el poder público, que en durante largos períodos de la historia ha tenido características no democráticas. La policía latinoamericana ha tendido a ser objeto de instrumentalización política, por lo que constituye en muchos países, más bien una institución de gobierno antes que una de Estado”.

Este hecho, sumado al de la existencia de una política excesivamente represiva, e históricamente corrompida, han caracterizado y determinado de alguna manera, el sistema policial latinoamericano de las últimas décadas; siendo estos dos factores decisivos a la hora de evidenciar la mala apreciación que las instituciones policiales, sufren incluso hoy en día, por parte de la población en general.


Tomaremos entonces dos ejemplos que reflejan justamente este tipo de cambio que se pretende desarrollar en este país andino: el primero, la acción concreta realizada por la Comisaría de Familia de la localidad 19 de Ciudad Bolívar para la navidad del 2005 y el segundo, un proyecto educativo que integra una parte del programa de Auxiliares Bachilleres de la policía de Bogota, programa en la actualidad, a cargo del Coronel, Luís Alberto Ramírez Bohórquez.

Experiencia social de la Comisaria de Familia de Ciudad Bolívar

Diciembre 2005: la comisaría de familia de Ciudad Bolívar, gracias a diversas donaciones, logra juntar una cantidad importante de regalos con la intención de distribuirlos a los niños carenciados de la zona. Algunos interrogantes surgen: ¿ Cómo no caer en el viejo y peligroso clientelismo tan conocido en este continente, sin dejar de negar por otro lado, la importancia simbólica que un regalo en estas fechas, representa para todo niño de cualquier edad y de cualquier clase social? ¿Cómo asegurar el mejor aprovechamiento posible de los recursos obtenidos?

“La estrategia implementada en casos como éstos, es la de trabajar en los diferentes barrios, con las distintas asociaciones de vecinos y sus respectivos delegados, ya que éstos constituyen a su vez, uno de los interlocutores más importantes que la comisaría debe de contactar a la hora de desarrollar este tipo de operaciones.” Nos dice Ketty Mejía Orozco, comisaria de familia de esta localidad.

De esta manera, iniciativas como estas, logran reunir alrededor de una misma mesa, distintos representantes de las fuerzas del orden y de la sociedad civil, cuyo objetivo es discutir y decidir conjuntamente los pasos a seguir en la acción que se pretende llevar a cabo.

Programa de Centros Educativos del programa de Auxiliares Bachilleres de la policía de Bogota
En ciudad Bolívar funcionan en la actualidad cuatro escuelas de tipo experimental ubicadas en distintos asentamientos ilegales de la localidad.
El cuerpo docente de estas estructuras está compuesto por bachilleres de la policía cuya edad oscila entre los 18 y 22 años. Éstos, han sido anteriormente seleccionados por su perfil y potencial pedagógico” nos cuenta la “sargento Flor” una de las animadoras de estos programas.

De esa manera y durante aproximadamente lo que dura el año escolar, niños y policías cohabitan, aprenden a conocerse, intercambian y de seguro, se benefician de manera mutua.

“Uno de los desafíos que nos habíamos planteado cuando comenzamos este proyecto en el año 1998, era romper con el paradigma que afirmaba que la policía no podía trabajar en los cerros debido a la hostilidad que la gente de allí guardaba para con la institución. El presente marca que este tipo de dispositivo no solo refuerza y hace posible el trabajo conjunto entre policía y ciudadano, sino que también ayuda a reconstituir los tejidos de solidaridad entre los mismos vecinos.”, afirma la Dra. Claudia Yaneth Sánchez Reyes, psicóloga e impulsora de éste y otros proyectos sociales en esta localidad.

Es interesante de recalcar el hecho que la implementación de este tipo de dispositivo no solamente permite modificar la percepción que los habitantes de los barrios tenían o tienen, con respecto a las fuerzas del orden, sino que de manera recíproca, durante este proceso, se ha podido comprobar que el agente policial ve acrecentada su sensibilización frente a la dura realidad que el barrio atraviesa, especialmente la población infantil; ya que generalmente las necesidades locales no siempre coinciden con las percepciones que los agentes de seguridad estatal ostentan.


“Estar en contacto con estos chicos, me ayudó a ver y a comprender algunas cosas que pasan en el barrio.”

Un último punto a tratar son las dificultades existentes a la hora de obtener los financiamientos necesarios para mantener y mejorar el funcionamiento de estas novedosas estructuras. La realidad estatal latinoamericana indica que el simple aporte del sector público es hoy en día insuficiente para poder garantizar en un ciento por ciento este tipo de proyectos gubernamentales. En ese sentido, la nueva política social que algunos actores del sector privado vienen desarrollando puede transformarse efectivamente en un sostén interesante y realmente provechoso para esta clase de iniciativas:

Conclusión

A modo de síntesis, podemos afirmar que la implementación de este tipo de dispositivos de emergencia, le estarían permitiendo al Estado entre otras cosas:

a) Legitimar y reforzar la presencia de las fuerzas del orden en sectores considerados como prioritarios en cuanto a la problemática de la seguridad.
b) Venir en ayuda a los estratos más necesitados, brindándoles un soporte socio-educativo vital, implantado en pleno corazón del barrio.
c) Favorecer la reunificación del tejido social, reconciliando la población con una institución históricamente alejada de los sectores populares.
d) Sensibilizar el personal policial acerca de los problemas sociales que aquejan estos tipos de barrios,

De todas maneras, a no equivocarse, no se pretende presentar este tipo de experiencias como “la solución” frente al preocupante incremento del delito en el mundo de hoy. Queda claro que se necesitan también reformas políticas y sociales que encabecen y acompañen estos procesos.
Sin lugar a dudas que proyectos de este tipo, necesitan aún, un sin fin de reajustes si se pretende seriamente consolidar esta nueva idea de vínculo entre las fuerzas del orden y la comunidad. Armonía, por cierto imprescindible a la hora de proyectar una paz social y estructural en el país.
En este nuevo desafío, urge también el mantenerse alerta al hecho que este tipo de accionar puede implicar efectivamente, como sostienen algunos especialistas, una extralimitación de los poderes y de las competencias policiales; a sabiendas que estas peligrosas desviaciones han escrito algunas de las páginas más triste de la historia del continente.
Razones y argumentos que deben de ser escuchados sin dejar de reconocer, el derecho y el deber que conlleva a la sociedad colombiana y latinoamericana a seguir buscando alternativas para el desarrollo del bienestar general , al mismo tiempo que esta, realiza un análisis crítico de su historia pasada.
Finalmente, en cuanto al tema de las reformas policiales, la transformación social exigida va mucho más allá de meter algunos uniformados en las escuelas, urge el revalorizar -literalmente- el trabajo policial, comenzando por serias modificaciones en los presupuestos, al mismo tiempo que se debe de continuar trabajando de ambos lados, en pos de positivar la actitud social que se tiene hacia esta institución.
Un debate que debe de incluir a todos, porque en ese sentido,-y la historia puede atestiguarlo-, sin la participación y el compromiso de la sociedad en general (Estado + sociedad civil), el riesgo de quedarse en el intento una vez más, sigue siendo muy grande.

Bibliografía
BIRKBECK Christopher y GABALDÓN Luis Gerardo, “The Effect of Citizen’s Status and Behavior on Venezuelan Police Officer’s Decisions to Use Force”, Policing and Society, vol. 8, 1998.
DAMMERT Lucía y MALONE Mary Fran T., “Inseguridad y Temor en la Argentina: El Impacto de la Confianza en la Policía y la Corrupción sobre la Percepción Ciudadana del Crimen”, Desarrollo Económico vol. 42 No 166, Julio-Septiembre 2002.
FRUHLING Hugo, “La Reforma Policial y el Proceso de Democratización en América
Latina”. Santiago de Chile, CED, 2001
POLICÍA METROPOLITANA DE BOGOTÁ: programa auxiliares Bachilleres: proceso pandillas juveniles, servicio social obligatorio: Brigadier General, Luís Alberto Gómez Heredia; Coronel, Luís Alberto Ramírez Bohórquez; Capitán Alexander Collazos Díaz; Dra. Claudia Yaneth Sánchez Reyes.
SANDOVAL Luis, “Prevención Local de la Delincuencia en Santiago de Chile”, en Hugo Frühling y Azun Candina (editores), 1998.