Geopolítica de Medio Oriente: Acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán

Histórico acuerdo nuclear entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán
Por geopolitólogo Damián Jacubovich

Después de dos años de largas jornadas y de arduas negociaciones, ; las principales potencias mundiales de un lado, conformadas por el grupo llamado 5+1 (Rusia, China, Estados Unidos, Francia, Inglaterra + Alemania) y por el otro lado, la República Islámica de Irán han logrado alcanzar un acuerdo histórico que limita el programa nuclear de este último a cambio de un levantamiento casi inmediato de las duras sanciones económicas que pesan sobre el país de medio oriente y su reinserción en la llamada Comunidad Internacional. Este acuerdo sacude de manera considerable toda la geopolítica de Medio Oriente y supone un rayo de esperanza para aquellos que sueñan con ver esta región alguna vez en paz y la victoria de la vía diplomática para la solución de los conflictos.
De esta manera, Estados Unidos e Irán, distanciados desde hace 35 años, alcanzan, a imagen de lo que sucedió con Cuba en América Latina, un relanzamiento de sus relaciones internacionales.
Dos actores fundamentales tiene este proceso de negociación histórico, actores, sin los cuáles difícilmente podría haberse alcanzado los resultados actuales: por un lado, la presencia de Barack Obama a la cabeza de la administración estadounidense, quién en comparación con su predecesor George W Bush,  ha pasado, en la medida de lo posible, de una “lógica belicista” a lo que se llama en relaciones internacionales, una “lógica realista” que consiste más en negociar con los adversarios que en enfrentarlos. El otro hecho fundamental ha sido la llegada a la presidencia de Irán del “moderado” Hasán Rouhaní en 2013, pieza clave para el nuevo rumbo diplomático que la República Islámica de Irán. Respecto a Hasán Rouhaní puede decirse que su gobierno prácticamente ha sido elegido por el pueblo iraní para llevar a cabo de manera exitosa esta negociación. Ya lejos parece haber quedado la era de un Irán confrontador con Occidente que encabezaba el ex presidente Mahmud Ahmadineyad. De todas maneras, es importante señalar que en el caso de Irán la mayor parte del poder se encuentra concentrado en manos de un hombre, Ali Jamenei quién es el actual Guía Supremo de la Revolución Islámica, el cargo religioso más alto que posee el país, cargo que se encuentra incluso por encima del de Presidente de la República; sin cuyo consentimiento o visto bueno, el actual rumbo de las negociaciones tampoco hubiese sido posible.

¿En qué consiste el acuerdo?
El “gran juego” de estas negociaciones ha consistido en encontrar  un acuerdo político respecto al programa nuclear de Irán y en ese sentido, las centrifugadoras que posee Irán han  constituido el eje clave de estas negociaciones. Vale recordar que las centrifugadoras son las que permiten el enriquecimiento del uranio; el enriquecimiento del uranio en un nivel menor puede ser utilizado para desarrollar un nuclear de tipo civil; pero el enriquecimiento del uranio en un nivel mayor permite la fabricación de una bomba atómica. Hoy en día Irán posee cerca de 20.000 centrifugadoras, de las cuáles aprox. 10.000 se encontrarían en actividad, las mismas distribuidas en aproximadamente en 15 sitios operacionales. Es de notar que mayor es la cantidad de centrifugadoras que un país, más rápida es su capacidad de elaborar una bomba atómica. Ahí ha estado uno de los puntos claves de toda la negociación, el dilema propiamente dicho: la cantidad de centrifugadoras que Irán deberá reducir.

Así mismo, dentro del grupo de potencias mundiales 5+1 que ha negociado con Irán puede distinguirse dos sub-grupos: por un lado la posición de China y Rusia que siempre han abogado por una re inserción del país islámico en la comunidad internacional, así sin más y una revalidación de la adhesión iraní al Tratado de No Proliferación nuclear (TNP), tratado que Irán ya había firmado en 1970. Por el lado de los países occidentales (EE.UU, Reino Unido, Francia y Alemania), éstos, de alguna manera han tenido más reticencias en confiar en la “buena fe” de Irán y por eso han solicitado pruebas y compromisos de larga duración para asegurarse que Irán no transformará su programa nuclear civil en programa nuclear militar; para eso uno de los puntos claves de la negociación ha sido la posibilidad de establecer una cláusula que permita reimponer a Irán las sanciones de manera extremadamente rápida en caso de que  Occidente lo considerara necesario. Esa es la razón por la cual Barack Obama ha salido a aclarar apenas confirmado el acuerdo “El pacto no se basa en la confianza, sino en la verificación”

No hay dudas que el mayor problema para el grueso de occidente ha sido el tema de la confianza, es decir, poder dilucidar qué es lo que realmente desea Irán; y en materia de derecho internacional, nada más difícil que poder probar las intenciones de un país.
El resultado más inmediato es el impedimento, durante un mínimo de diez años, del acceso de Irán a la bomba nuclear. Lo cual no es poco, ya que ni EE UU ni la llamada comunidad internacional lo habían conseguido ni con Pakistán ni con Corea del Norte — es decir evitar por la vía diplomática que estos dos países se uniesen al club  de los poseedores de bomba nuclear.

¿Qué es lo que ganan ambas partes con este acuerdo?
Este acuerdo le permitirá a Irán: el tan esperado alivio a las durísimas sanciones económicas que lo vienen asfixiando desde hace años y que perjudica sobre todo a las clases iraníes más pobres, poder calmar la opinión pública iraní que (como en todas las sociedades) tiene un peso de relevancia en la política interna del país, el restablecimiento de las relaciones bancarias con el resto del mundo y repatriar los haberes congelados en el extranjero, hablamos de millones y millones de dólares generados por la venta de petróleo que se encuentran bloqueados en el exterior.
Por el lado de Occidente este acuerdo le permitirá ganar un aliado fundamental para el equilibrio y la estabilidad de la región, un socio regional que le permita mayor fuerza de persuasión en los diferentes conflictos de Medio Oriente, como lo son por ejemplo Iraq, Siria, la lucha contra la guerrilla del Estado Islámico  etc.); esto, además de ser Irán, uno de los “pesos pesados” en materia de hidrocarburos en el planeta.

¿Quiénes pierden en este acuerdo?
Los dos grandes perdedores de este acuerdo parecerían ser a priori los dos principales y poderosos enemigos que el régimen iraní ha tenido en los últimos años: Arabia Saudita e Israel. El primero por una cuestión de recelo respecto al liderazgo en la región impregnado fuertemente por diferencias religiosas internas al Islam (Arabia Saudita pertenece al sunismo e Irán al shiismo). En ese sentido ha quedado claro que la nueva estrategia geopolítica de la administración de Barack Obama es reequilibrar sus relaciones con Arabia Saudita y salir de esa alianza exclusiva que Estados Unidos tiene con la dinastía de Al Saud, alianza que data de 1945. La idea entonces del actual gobierno estadounidense  consistiría en darle más lugar a la otra gran potencia regional que es Irán. Israel, por su parte, el otro gran perdedor, ve con preocupación el acercamiento que está emergiendo entre su histórico socio estadounidense y uno de los países que más ha hecho en pos de combatir la presencia del estado judeo-occidental en la región de Medio Oriente en los últimos años. El recientemente reelecto primer ministro Benyamin Netanyahou señaló su preocupación por el alcance del acuerdo, afirmó tratarse de “un error histórico” y pidió a estos efectos que el reconocimiento del Estado Judío forme parte del acuerdo.
Perlita para cerrar el tema, el llamado Programa nuclear de Irán empezó bajo el mandato del Shah Mohammad Reza Pahlevi de Irán en la década de 1950, con la ayuda de los Estados Unidos de América (EE.UU.)