Geopolítica de las tierras raras o metales raros : la supremacía china

Por Damián Jacubovich analista y geopolitólogo 
Contacto: damian.jacubovich@yahoo.fr

Hasta hace algunos años, poco era lo que se mencionaba y/o se sabía acerca de las llamadas tierras raras o también conocidos como metales raros; progresivamente, la temática acerca de las "tierras raras" comienza a aparecer en los principales temas de actualidad geopolítica.


 Este grupo de elementos de la tabla periódica viene aumentando su presencia en la vida vida del ciudadano del siglo XXI, aunque una gran mayoría de la humanidad aún no sea del todo consciente de este fenómeno. Existen una variedad de entre 15 y 17 de ellas (dependiendo de cómo se las clasifique) y resultan absolutamente imprescindibles ya que son utilizados para todas las nuevas tecnologías : celulares, baterías, vehículos eléctrico, discos duros, energías verdes, aplicaciones militares, etc.


La China juega hoy un papel colosal en lo que respecta las tierras raras, ya que controla aproximadamente el 90% del mercado, siendo obviamente el primer productor de estos metales raros. Para algunos geopolitólogos, el gigante asiático tiene al mundo a su merced en esta área. Efectivamente, teniendo en cuenta lo “vital” que se han vuelto las tierras raras para el consumismo actual y el desarrollo de los países del planeta, y que la demanda de tierras raras a nivel mundial viene aumentando entre un 5% y un 10% por año, no es de extrañar que la supremacía casi absoluta sobre esta cuestión por parte de China se ha convertido en un arma geopolítica temible para este último. Un claro ejemplo es lo que sucedió en el 2011, cuando Japón arrestó al capitán de un buque chino que se había acercado demasiado a unas islas (Sensaku) en disputa entre China y Japón. China suspendió en ese momento la entrega de tierras raras a Japón hasta lograr la liberación del capitán. Japón y Occidente entendieron la moraleja : China tiene entre sus manos un arma diplomática  y la búsqueda de alternativas al monopolio chino en materia de tierras rara se ha vuelto poco a poco, en una prioridad en cuánto a este tipo de materias primas.  


Pero es importante señalar que si hoy China ocupa justamente este lugar de monopolio (así como otros países con otros metales como el Congo con el cobalto, o Brasil con el niobio), es porque además de tener unas reservas importantes, en los años 80, los países occidentales prefirieron dejarle a la China (y otros países) pagar el precio ecológico de esta extracción y refinamiento altamente contaminante para después comprárselos. En efecto el precio que hoy paga China por esta supremacía es gigantezco, el proceso de extracción implica entre otras cosas, la incorporación de ácidos y elementos radioactivos en las aguas para lograr la separación de las tierras raras. Un claro y trágico ejemplo es la ciudad de Baotou, situada en la Mongolia interior en China y uno de los principales polos de tratamiento de las tierras raras se encuentra en un estado de emergencia ecológica. Frente a esta situación, no es de extrañar que el gobierno chino esté pensando a su vez en tratar de delocalizar hacia otros países el efecto contaminante.
La ciudad de Baotou y su lago intoxicado

En la actualidad, China no solo posee enormes yacimientos, sino además importantes tecnologías de extracción, grandes competencias humanas en la materia, sumado a un poderío económico que le permite el desarrollo de grandes filiales industriales verticalmente integradas. Una vez más lo repetimos, el precio ambiental es incalculable. 

Por otro lado, estos metales ponen de manifiesto desafíos colosales en materia de geopolítica energética y por lo tanto, también ecológica. ¿Además de preguntarse acerca de esta nueva lucha silenciosa que las grandes potencias y los grandes mercados ya han iniciado alrededor de la producción y distribución de las tierras raras, también debemos preguntarnos en si emancipándonos de las energía fósiles como se pretende, no nos estamos en realidad empantanándo en una nueva dependencia y destrucción de nuestra madre tierra? Esta llamada transición ecológica no es finalmente una nueva estafa?

Una vez más queda confirmado que la nueva contradicción en este siglo XXI ya no es liberalismo vs socialismo sino consumismo vs Madre Tierra.